Lugares Remotos
Por Antoni Marí
Los lugares remotos son lugares próximos y muy lejanos. La proximidad la proporciona el deseo, la distancia viene impuesta por la dificultad, o la imposibilidad, de la realización o del encuentro con este deseo. Los lugares remotos son lugares mentales construidos por la intuición y por la idea de que hay espacios, alejados del espacio cotidiano, en los que poder realizar la totalidad de la persona o habitar según la idea que cada uno se ha construido de la existencia, o el lugar donde aparece la posibilidad de otra existencia.
Es la imaginación la facultad capaz de identificar el deseo y la idea en la construcción de la imagen de los lugares remotos. Porque, por muy apartados y lejanos que estén, los lugares remotos aparecen con una imagen precisa, y a menudo, minuciosamente descrita ya sea en una imagen plástica o en una imagen verbal: por lo que los lugares remotos no son espacios desconocidos, si no abiertos al conocimiento y a ser hallados desde la necesidad que el deseo provoca. El lugar remoto ofrece, tal vez, la presencia real de lo desconocido, y lo desconocido es, sobre todo, aquello a lo que nunca se le puso atención y de repente aparece en toda su extrañeza y familiaridad.
El término español y catalán proviene del latín remotus que a su vez deriva de removere. El prefijo re expresa fundamentalmente repetición, inversión del significado del verbo primitivo o intensificación de la acción. Así, removere podría significar tanto un retorno como un remover o volver sobre lo mismo: significa, sobre todo, moverse o trasladarse; de tal modo que remoto supone idea de desplazamiento, un viaje de la realidad empírica a la realidad imaginada. El lugar remoto es una extensión del espacio real, sin las contingencias que impone la realidad y sin los hábitos frecuentes en esa realidad.
El término ha servido para situar un lugar a mucha distancia del sitio o del momento en que se está o de que se habla. Lo remoto remite a tiempos inmemoriales, de los que nadie tiene memoria, pues están mas allá de la historia y confunden las fronteras de lo lejano con lo mítico. Son los lugares que ocupan los protagonistas de los cuentos, las rondallas y canciones populares y que personalizan atributos compartibles entre tantos.
Antoni Marí es Catedrático de Teoría del Arte, escritor y poeta
Lugares remotos
Por Ramón Sarró
Tal vez algunos lectores piensen, intuitivamente, que por lugar remoto me refiero a un lugar lejano. No exactamente: como nos enseñó Edwin Ardener, autor de un inspirado texto sobre las áreas remotas, la distancia y lo remoto son dos cosas distintas. Un lugar remoto, escribía el profesor de Oxford, no es un lugar que esté muy lejos, sino uno que no tiene continuidad con el lugar vivencial, con la Lebenswelt en que estamos instalados. Podríamos dividir los lugares del mundo en empíricos y remotos. Los primeros son los lugares en que estamos instalados o podríamos estarlo, que tienen continuidad con nuestro cuerpo, están a la izquierda, o a la derecha, o arriba, o abajo, o delante, o atrás. Son lugares en los que estamos, o por lo menos a los que podemos ir y que sabríamos buscar en un mapa.
(…) Lo remoto es aquello que ni siquiera sabríamos buscar en un mapa: Xanadú, la Atlantida, el Edén, el País de Nunca-Jamás, la Isla de las Aventuras. Utopía. Lo remoto es el mundo en el que no estamos instalados (ya no o todavía no), en el que soñamos y que tan importante es para nuestra existencia que a menudo nos parece como teniendo más fundamento que el mundo experimentado, pálido reflejo de lo remoto: “Buscas en Roma a Roma, ioh peregrino!, y en Roma misma a Roma no la hallas”, escribía Quevedo. Igualmente podríamos decirle al turista que vuelve decepcionado de su viaje a África que “Buscas en África a África, i oh turista!, y en África misma a África no la hallas”.
Ramon Sarró, es licenciado en Filosfía por la Universitat Autònoma de Barcelona y doctor en Antropología Social por la Universidad de Londres.
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